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Embarazo en adolescentes, realidad y tragedia: el caso de Beatriz

Viernes 13 de febrero de 2015, por Cristina Alvarado

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Condiciones de la Salud Sexual y Reproductiva en Honduras

Honduras en el ámbito centroamericano, es uno de los países con indicadores de salud sexual y reproductiva elevados tomando en cuenta los esfuerzos desarrollados por cambiar una realidad que afecta la vida de las mujeres. Al revisar los indicadores y cifras oficiales con que cuenta la Secretaría de Salud de 1997, señalan que la Tasa de Mortalidad Materna es de 108 por 100,000 nacidos vivos, la misma se concentra en mujeres que residen en el área rural, de bajos ingresos y bajo nivel educativo.

Según estudios de la Secretaría de Salud, en el 2007 estimaron en 132 las muertes relacionadas con el embarazo. Los departamentos con más muerte materna fueron Olancho (36), El Paraíso (23), Lempira (23), Intibucá (24) y la Región Metropolitana de Tegucigalpa (24).
La mortalidad materna ocurre en el 26% de los casos durante el parto, el 60% durante el puerperio y un 13% durante el embarazo, dichas muertes se relacionan con causas prevenibles y evitables como hemorragias, sepsis, hipertensión e infecciones puerperales.

De acuerdo a la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDESA) 2005-2006, la tasa de embarazo en adolescentes es de 102 por cada 1000 nacimientos. La Secretaría de Salud registra en el 2006, que de cada 100 mujeres embarazadas el 27.4% son adolescentes. Esto indica que Honduras tiene la tasa de fecundidad en adolescentes más alta en la región centroamericana y la segunda a nivel latinoamericano.
Entre menos acceso a la educación e información mayor es el porcentaje de embarazo, 46% en adolescentes sin ninguna educación y 42% las que apenas han cursado el nivel primario. Y entre más pobres, tienen tres veces más probabilidades de ser madres que las adolescentes cuyas familias cuentan con recursos (31% y 10% respectivamente).

Este mismo estudio señala que la proporción de madres es relativamente baja entre las mujeres de 15 y 16 años y se incrementa rápidamente hasta llegar al 28% a los 18 años y al 32% a los 19 años. Los departamentos con altos niveles de maternidad y embarazo en adolescentes son Colón (31%), Santa Bárbara y Atlántida (29% cada uno) y en Lempira y Copán (26% respectivamente). Los departamentos de Cortés y El Paraíso reportan los niveles más bajos (16% y 17%).

Según los datos proporcionados por ENDESA 2005-2006, sólo el 65.2% de las mujeres con una relación de pareja usaban métodos anticonceptivos al momento de la encuesta, el 36.9% de este grupo no desea tener más hijos y el 25.4% desean un hijo después de los dos próximos años. Dicho estudio registra que hay un 22% mujeres entre los 15-19 que alguna vez ha estado embarazadas.

En relación al VIH, se estima que para el 2008, existían 65000 personas viviendo con el VIH, de las cuales el 58.2% son hombres, el 41.8% son mujeres y el 10.5% menores de 20 años. El patrón de transmisión es fundamentalmente heterosexual (85%), homo/bisexual (7%) y de madre a hijo (6%). Es importante señalar que dos de cada tres casos se detectan entre los 20 y 39 años, lo que indica que muchas personas se infectan en la adolescencia; casi la mitad de los nuevos casos son mujeres.

La concentración de la epidemia se da en ciertas áreas geográficas, particularmente en zonas urbanas, las rutas comerciales y los puertos. Las tasas más altas se observan en los departamentos de Atlántida, Cortés y Francisco Morazán.

Las condiciones de vida de la familia de Beatriz
Las condiciones de vida de la mayoría de las familias hondureñas están marcadas por una situación de precariedad y empobrecimiento económico que limita las posibilidades de acceso a recursos y a elevar la calidad de vida de sus integrantes. Estas familias viven en un entorno machista, muchas de las mujeres sufren violencia por parte de sus parejas, reproduciendo la misma en sus hijos e hijas.

Muchos hogares son monoparentales, teniendo las mujeres la responsabilidad de sacar adelante a su familia, cargan con muchas responsabilidades, se sienten angustiadas por la pobreza, la inseguridad de su entorno que se ve reforzada por la presencia de maras y narcomenudeo, que afecta a sus hijos e hijas adolescentes, quienes ven en la misma una opción para resolver los problemas económicos y muchas veces como medio de escape de una realidad que los abruma. También en algunos casos se ven forzadas/os u obligadas/os a incorporarse a las maras y las adolescentes son amenazadas, secuestradas y violadas si no acceden a los deseos de estos grupos.

Son familias marcadas por la violencia, pobreza, con limitado acceso a la educación, salud y viviendo en condiciones precarias, en hacinamiento y promiscuidad muchas veces, sin contar con una vivienda e infraestructura que garantice una vida digna. Desde temprana edad las niñas asumen el rol de madres de sus hermanos/as pequeños ya que su madre debe trabajar dejándolos solos o recomendados con la vecina.

Muchas de estas familias reproducen la violencia al interior de sus hogares, siendo las niñas y niños los más afectados, ya que estos patrones de comportamiento son aprendidos y perpetuados de generación en generación. Además existen patrones culturales que incentivan la violencia por la vía del castigo físico y la sociedad tolera comportamientos de este tipo para “educar bien a los hijos e hijas”.

Beatriz: una vida marcada por la violencia

Beatriz es una joven madre de 21 años, tiene dos hijos: un niño y una niña. A los quince años tuvo a su primer hijo, cuando le pregunto ¿cómo salió embarazada? Comienza su relato:
“Cuando tenía 7-8 años fue violada por un señor que vivía en la casa de la señora que la cuidaba, era un hombre viejo que la amenazaba y hacía sonar el cuchillo y tenedor en sus manos cada vez que se le acercaba, hasta el día de hoy no soporta escuchar ese ruido. Este hecho jamás se lo contó a nadie, mucho menos a su madre. Huyó de su casa a los 12 años porque no soportaba los malos tratos de su madre, no la comprendía, la regañaba mucho y la culpaba de los problemas que tenía con su pareja, la maltrataba física y emocionalmente, le sacaba sangre de nariz y muchas veces le metía la cabeza en un balde con agua para sofocarla. Como ella era la mayor repetía el mismo patrón de violencia con su hermano.

Se fue a vivir a casa de una amiga con quien se desahogaba porque también tenía problemas con la madre, dejó de estudiar y se dedicó a divertirse y andar de fiesta en fiesta. De los 12-15 años, vivía en la calle, de un lado a otro, bebía, fumaba, experimentó drogas como la marihuana, cocaína y crack.

A los 13 años inició su vida sexualmente activa, sin saber nada acerca de su sexualidad, sin nadie que la orientara más que el ejemplo de sus amigas que hacían lo mismo.

Relata, que en una ocasión sus padres dieron con su paradero y llegaron con la policía a rescatarla, la internaron en un centro del Instituto Hondureño de la Niñez y la Familia IHNFA, ella sentía mucha rabia porque sus padres decidían por ella, sobre todo su papá que nunca había vivido ni compartido con ella.

Su madre y su padre, autorizaron al IHNFA para que la trasladaran a otro centro el CREA para desintoxicarla de las drogas, aquí permaneció 6 meses y sólo recibía la visita de su madre. En este centro conoció a una mujer adulta por la cual sintió atracción sexual y afecto, pero ella se escapó del centro con otra chica menor de edad, al conocer su madre esta historia la sacó del centro y se la llevó a su casa.

Estando en casa, narra que no cambió en absoluto su comportamiento, continuó saliendo de noche, bebiendo, drogándose, su madre llegó al extremo de dejarle la ventana abierta para que lograra entrar de madrugada, al menos a dormir en casa.

En esta etapa de su vida conoció a su pareja, que al igual que ella era un menor de edad que salía por la noche, vendía y consumía drogas. Salían juntos, platicaban mucho y así iniciaron su relacionamiento.
Con 14 años Beatriz y su novio 19, iniciaron su relacionamiento, por consejos de sus amigas empezó a usar condones en otras relaciones anteriores, sin embargo con él no lo hizo.

En el 2008, cuando ya tenían 8 meses de vivir juntos, salió embarazada y se enteró porque fue al Centro de Salud de la Col. Nueva Esperanza para que le ayudaran a planificar, le mandaron hacer el examen y ahí se enteró del embarazo. Le hicieron todos los exámenes, tenía miedo de estar infectada de VIH, pero todo salió bien y desde ese momento dejó de usar drogas y alcohol.

Todo el control del embarazo lo llevó ahí, para ese entonces ya tenía 15 años y esa etapa de su vida fue marcada por más violencia, su pareja seguía drogándose y bebiendo, la agredía mucho, la empujaba, golpeaba y la sacaba del cuarto donde vivían, abusaba sexualmente de ella, provocándole infecciones urinarias que le producían dolor y ardor en sus órganos genitales. En esta época su madre la apoyó mucho, estuvo interna 3 veces con riesgo de perder a su bebé. Se fue a vivir con su madre, quien la cuidó mucho y acompañó en el hospital al momento del parto. Cinco meses más permaneció junto a su madre, en este período de tiempo fue atendida en la Clínica para la Adolescencia del Hospital Escuela. Luego regresó a lo mismo con su pareja, ella volvió a beber y fumar, sufrían mucho con su bebé porque no tenía comida, pañales, leche para alimentarlo. Se sentía horrorizada y desesperada cuando el bebé lloraba y no se callaba, empezó a maltratarlo, a pegarle, le apretaba su boquita para que no llorara, lo culpaba a él de la situación que estaban viviendo. Así su hijo fue creciendo, viendo y viviendo la agresión y violencia entre sus padres, ella seguía bebiendo y fumando y repetía lo mismo con su hijo. Con su pareja se agredían mutuamente y el niño ha sido testigo de todo eso.

Cuando su hijo tenía 3 años, decidió separarse de su pareja y se fue a vivir a otra colonia. Sin embargo él descubrió donde vivía y la fue a buscar totalmente alcoholizado, la insultó y trató muy mal y con una piedra en la mano la amenazaba, ella tenía mucho miedo y el abusó de ella, un mes y medio después se enteró que estaba embarazada de su hija. Ella no quería ese embarazo, intentó de todo para abortarlo y no lo logró.

En todo su embarazo fue a control prenatal, sólo le preguntaron si tenía más hijos, nunca le preguntaron sobre la violencia que vivía. Con este embarazo su pareja cambió de comportamiento, empezó a ser más responsable y dejó de beber y drogarse cuando nació la niña
Hoy su niña tiene 2 años, ella ha retomado sus estudios y está cursando el 2º. Curso de educación media, está buscando trabajo y ha buscado ayuda porque continúan los problemas con su marido y el ciclo de violencia se perpetua en su vida y la de su hijo/a”.
Instancias gubernamentales

Del relato de Beatriz se deduce que la intervención de las instancias gubernamentales es precaria y no dan seguimiento a las acciones que emprenden, por ejemplo:

• A los 12 años huye de su casa y abandona la escuela. Una amiga le da cobijo en su casa.
• A los 13 años, sus padres acuden a la policía para rescatarla por ser menor de edad y considerarla en riesgo social, ya que su madre no tiene control sobre ella y es internada en uno de los centros del IHNFA.
• Con autorización de sus padres el INHFA, la traslada al CREA centro de rehabilitación de drogas.
• A los 14 años sus amigas la orientan sobre el uso de condones para protegerse en las relaciones sexuales.
• A los 15 años acude al CESAMO Nueva Esperanza para que la orienten sobre Planificación Familiar. En este momento se entera de su embarazo. Todo el control del embarazo lo lleva en el centro de salud.
• En este período de embarazo recibe apoyo de su madre.
• La atención del parto se lleva a cabo en el Hospital Escuela Materno Infantil, luego del parto por 5 meses asiste a la Clínica de Atención Integral a la Adolescencia ubicada en el mismo hospital.

Caracterización de las Instancias Gubernamentales
IHNFA: Instituto Hondureño de la Niñez y la Familia, es el responsable de formular y ejecutar políticas de Estado en el Área de niñez y familia; la Promoción del respeto a los derechos de la niñez por parte de la sociedad; la Coordinación de participación de las instituciones estatales, privadas y de la sociedad en las acciones de protección a la niñez y la familia; ofrece un sistema de medidas y servicios alternativos a la judicialización e internamiento de niños y niñas por problemas sociales; Crear y sostener centros de internamiento para los casos que así lo requieran.

Muchas veces los padres y madres de familia ven en esta instancia la posibilidad de rescatar a sus hijos e hijas cuando se encuentran en riesgo social, lamentablemente la institución no cuenta con presupuesto ni personal suficiente y calificado para atender las diversas problemáticas que enfrentan los y las niñas. Esto conlleva a que en un mismo centro convergen diversas problemáticas y experiencias de vida. La intervención en la vida de Beatriz garantizó recuperarla del riesgo social que vivía y lograr algún nivel de desintoxicación, sin embargo la intervención no abarcó a su entorno familiar y comunitario, lo que no garantizó la protección y seguridad que ella requería al volver a casa. No se conocen las raíces del conflicto que hacen que Beatriz busque en la calle lo que no encuentra en casa.
Centro de Salud con Médico CESAMO Nueva Esperanza: La atención primaria en salud en Honduras se sustenta y promueve con la conformación de los CESAMOS (Centro de Salud con Médico y Odontólogo) y los CESAR (Centro de Salud Rural), que en los momentos se encuentran en un proceso de transición para convertirse en Centros Integrales de Atención Primaria en Salud con el fin de contar con un equipo de orientación y capacitación familiar integral para brindar de forma coordinada, organizada, accesible y continua servicios de atención primaria a un grupo de familias. Este grupo de familias representa un conglomerado de 3 mil a 5 mil personas.

La atención proporcionada a Beatriz garantizó el control prenatal en su etapa de embarazo, sin embargo no indagaron el origen del mismo, las circunstancias y condiciones en que se dio y la situación de violencia que ella vivía. Por ser menor de edad, el personal de salud estaba llamado a investigar las razones del embarazo y derivar a las instancias correspondientes a fin de proteger la vida de la adolescente.

En el nivel operativo se constata que a pesar de los esfuerzos programáticos y de establecimiento de políticas y estrategias de intervención desde una perspectiva de género, la mismo no se logra por decreto o por el uso de una varita mágica, se requiere de inversión en formación y capacitación del personal de salud a todos los niveles a fin de sentar las bases que garanticen el reconocimiento y respeto de los derechos de las mujeres, adolescentes y niñas.

Clínica de Atención Integral al Adolescente: El Programa Nacional de Atención Integral al Adolescente – PAIA, promueve una cultura de equidad social y de género, factores protectores, el reconocimiento de derechos y obligaciones, la promoción y participación adolescente, familiar y comunitaria, para el manejo competente y satisfactorio de la salud. Su objetivo es contribuir al desarrollo integral de la población adolescente de Honduras a través de intervenciones de promoción, prevención, recuperación y rehabilitación de la salud.

Dicho programa es el responsable de la puesta en marcha de la Clínica de Atención Integral al Adolescente, la cual ejerce funciones de prevención del segundo embarazo en adolescentes y provee servicios de salud respetuosos y amigables para las y los adolescentes.

En esta clínica le proporcionaron a Beatriz información sobre los cuidados post natales a su bebé, la prevención de un futuro embarazo, charlas sobre violencia doméstica, el acompañamiento fue durante 4 meses, lamentablemente ella regresó con su pareja y no continuó asistiendo a la misma. La prestación de servicios de esta naturaleza, enfrenta limitaciones ya que el enfoque de atención es personalizado y no se avanza a un abordaje familiar y comunitario que permitiría fortalecer la prevención de la violencia y los embarazos en las adolescentes. El personal de salud de la clínica a constatado en su experiencia que las niñas menores de 15 años no asimilan estar en situaciones de embarazo, ni tienen idea de sus implicaciones y cambios que afectarán su vida.

Limitantes legales, normativas institucionales o del personal que la atendió
Aunque el enfoque de salud sexual y reproductiva está establecido en las políticas de salud, son las creencias y convicciones personales del equipo de salud que atiende a las adolescentes los que determinan el mensaje y práctica final. La atención está centrada en un enfoque médico sin tomar en cuenta los riesgos sociales y la falta de poder de las mujeres para el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos que por lo general están cruzados por relaciones de violencia que se perpetúan en la vida particularmente de las adolescentes.

No se pueden desconocer los avances para la implementación de servicios amigables y respetuosos de los derechos de las adolescentes, sin embargo se requiere de una inversión fuerte en la formación del recurso humano desde una perspectiva de género y de derechos humanos que les permita contar con elementos teóricos – políticos para comprender las causas y consecuencias de la falta de poder de las mujeres respecto a su sexualidad y al ejercicio de sus derechos.

Al respecto, Sylvia Torres señala que “este enfoque introduce un nuevo discurso que sugiere entre otras condiciones, el replanteamiento de las relaciones de poder entre mujeres y hombres, así como un nuevo marco de análisis sobre los vínculos entre sexualidad y reproducción y todos los aspectos del comportamiento reproductivo; cotejo, apareamiento sexual, formación de pareja, expectativas e ideas con respecto a la familia, la planeación y el espaciamiento de los hijos e hijas, la actitud y relación con la pareja durante el embarazo y parto, el cuidado y crianza de los hijos e hijas, siendo el eje de análisis las relaciones de poder. La denegación de los derechos sexuales y reproductivos trae graves consecuencias en primer lugar y sobre todo, para las mujeres, por lo que su cumplimiento se vuelve en un criterio de la situación de igualdad o desigualdad y discriminación en un país concreto”.

Cuando Beatriz acudió a la prestación de servicios era sumamente importante activar las alertas e identificar la condición y situación de su vida para intervenir y protegerla como lo reza el mandato en todas las políticas de estado y de la Secretaría de Salud, es aquí donde se constata que existe en el país una abundante normativa que incluye leyes, políticas, planes, estrategias y normas, lamentablemente existe una implementación desigual de la misma, dejando sin cobertura a grupos de población vulnerables, en este caso las adolescentes.

Bibliografía:
1.- Análisis de Situación de Población en Honduras, UNFPA, 2009
2.-http://secretariadesaludhn.wordpres... 01/05/13, 06:28 pm
3.- “La Sexualidad y la Salud Sexual y Reproductiva de las y los Adolescentes con Énfasis en la Prevención del VIH Sida”, Módulo de Capacitación para Adolescentes Multiplicadores en Salud
4.- Ciclo de Seminarios de Reflexión y Debates Feministas Contemporáneos, Programa Feminista La Corriente, Nicaragua, 20 y 21 de Agosto, 2010.
5.- Adolescentes Embarazadas, http://www.ine.gob.hn/drupal/node/235 01/05/13 , 05:56 pm.
6.- Investigación Cualitativa sobre Mortalidad Materna en Honduras, Sylvia Torres y Santiago Sequeira, Instituto de la Mujer-Honduras, 2003
7.- http://www.ashonplafa.org/sps.html, 03/05/13 10:18 pm
8.- Ruta Crítica de las Mujeres afectadas por la Violencia Intrafamiliar en América Latina (Estudio de Caso de Diez Países), Monserrat Sagot y Ana Carcedo, Organización Panamericana de la Salud, Programa Mujer, Salud y Desarrollo, 2000.


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